Opinión

Oposición en la encrucijada

La oposición, en un régimen democrático, tiene una función de control; otra contestataria, concentrada en principios y políticas fundamentales; una acción cooperativa con la Administración, en la gestación y toma de decisiones políticas; y, finalmente, la de ser alternativa de gobierno. Bajo este prisma, una evaluación de la actual oposición presenta dimensiones de dulce y agraz.

En el FA, algunos han señalado que, si no se genera una oposición real, no tiene sentido firmar el acuerdo administrativo. ¿Qué significa oposición real? A partir de 2009, las izquierdas sufrieron una grave división, que culminó en dos derrotas presidenciales, pese a que desde un punto de vista numérico simple, los partidos del centro y la izquierda tenían una mayoría de votos. Más allá de la interpretación de las causas de esta division, lo cierto es que, como en España, ha ido quedando claro que, sin la unidad de las izquierdas (incluida la DC como fuerza de centroizquierda), la oposición será ineficaz, y lo más probable es que en la próxima elección presidencial vuelva a ganar la derecha.

La actual oposición, pese a que reúne una mayor cantidad de parlamentarios, es débil políticamente (no existe un partido disciplinado, sino que más de 15 organizaciones); carece de liderazgos consolidados; dispone de una militancia numerosa, pero muy poco activa (la justa electoral en RD es elocuente, pero no la única); débil asociación con un movimiento social, también fragmentado, y con baja capacidad de movilización; y está dividida ideológica (el caso Venezuela es buen ejemplo) y políticamente respecto a temas cruciales del país. ¿Qué hacer en este contexto?

Construir la oposición pasa por diversas etapas. Luego de la derrota y la existencia de grandes diferencias, el significado de “oposición real” hoy es muy acotado. Pero construir la oposición precaria propia de este momento es crucial. En las actuales circunstancias,consiste en traducir el mayor número de parlamentarios en una mayoría procesal efectiva.

Una segunda etapa es la de identificar, consensuadamente, las amenazas principales que representa un gobierno de derecha en materia de cambios legislativos y de otra naturaleza.

Más allá de las diferencias respecto del sistema tributario, régimen laboral o sistema de pensiones que prefieren las fuerzas opositoras, lo claro es que un retroceso en la progresividad y capacidad de recaudación del sistema tributario, una consolidación del sistema privado de pensiones, sin que surja una opción pública, y una reforma laboral que deje más indefensos a los trabajadores, sería un gran retroceso para el país. Alcanzada la unidad en la contestación, recién ahí cabe explorar la construcción de coincidencias políticas para levantar una opción real de gobierno.

Contenido publicado por La Tercera

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