Opinión

¿Es posible una nueva Europa?

Fue una reunión no exenta de fuertes controversias entre sus integrantes, debates ásperos e intensos que tras cuatro días de arduo trabajo, dieron sus frutos.

El Consejo Europeo, presidido por Charles Michel, ex primer ministro de Bélgica en conjunto con la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von del Leyen, finalmente dieron a conocer el histórico plan anticrisis de 750.000 mil millones de Euros con 390.000 mil millones de Euros en ayudas directas.

Esta nueva Europa reacciona muy diferente a los que fue la crisis Subprime de 2007-2008 originada en los EEUU y que afectó fuertemente al sistema financiero internacional. En esa ocasión los países europeos más dañados por el sistema financiero y endeudados (como el caso más traumático de Grecia) debieron someterse a las políticas estrictas de ajustes económicos, restricciones en el gasto público, predominancia del enfoque macro económico como elementos centrales para enfrentar dicha crisis. Todo esto impuesto por lo que se denominó la Troika, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, y la predominancia y el peso de la opinión alemana para salir de la crisis de ese entonces.

La UE venía observando un sinnúmero de problemas en las dos últimas décadas que en ocasiones producían estancamiento, inacción económica y dificultades en el accionar regional.

El historiador británico Ian Kershaw en su recomendable libro “Ascenso y Crisis Europa 1950-2017. Un Camino Incierto” nos señala los principales problemas a los que se está enfrentando este ente regional (y el resto del mundo), que según el autor son sobrecogedores: cambio climático; demografía; fuentes de energía; migraciones masivas; tensiones del multilateralismo; automatización; creciente disparidad de las rentas; seguridad internacional y riesgos de un conflicto global, constituyen grandes desafíos para las próximas décadas.

Habría que agregar a esta lista de desafíos y retos de la UE el peligro de los nacionalismos extremos representados por partidos ultra derechistas y xenófobos europeos. Estos lograron en la última elección del parlamento europeo de mayo de 2019 cerca del 25%. La salida del Reino Unido del espacio europeo, el denominado BREXIT, ha constituido más de un dolor de cabeza para las autoridades de la Europa comunitaria.

Muchos de estos temas planteados seguirán en la retina de los ciudadanos europeos y de sus estados como necesarios de asumirlos y solucionarlos, tarea no fácil ni de pronta resolución debido también a que la maquinaria de la UE es un tanto lenta y burocrática. Pero, hay conciencia de la necesidad de encarar estos problemas y de realizar reformas más profundas y estructurales.

Dos países neurálgicos europeos, Alemania y Francia, los mismos que dieron origen a la Comunidad Europea del Carbón y el Acero en 1951 y a la Comunidad Económica Europea (CEE) en el Tratado de Roma en 1957 y sus autoridades y jefes de gobierno, en este caso, la Canciller Ángela Merkel y el presidente galo, Emmanuel Macron, están plenamente conscientes de llevar a cabo estas transformaciones.

Honrando a la verdad, también hay otros líderes europeos que han planteado reformas profundas en la UE y se puede pronosticar que en los próximos años tendremos mayores sorpresas en cuanto a una Europa que se aggiorna con los tiempos y los retos actuales y futuros de la humanidad.

El Acuerdo del Consejo Europeo de ir al rescate de las naciones que la integran y en especial de aquellos países que más han padecido de esta pandemia, Italia y España entre otros, es un hito importante o bien un punto de inflexión en el proceso de integración europeo.

Este Acuerdo no estuvo exento de fuertes controversias y confrontaciones entre la dura posición de los llamados países “frugales”, naciones adeptas al rigor fiscal (comandados por Holanda, Suecia, Dinamarca, Austria a los que se sumó Finlandia), dos países denominados populistas y de derecha extrema (Hungría y Polonia) y, los dos países promotores de esta iniciativa, Francia y Alemania.

Para los líderes europeos como Macron este acuerdo es un “cambio histórico para Europa y la eurozona”. Para Merkel, presidenta del Consejo de la UE para este semestre (julio-diciembre 2020), se trató de “la respuesta de la Europa unida”, que fue fácil y, haciendo una defensa del multilateralismo, señaló que este se encontraba “en estos momentos muy presionado”. “Europa ha demostrado en esta ocasión ser capaz de actuar”, señaló la canciller alemana, cuyo liderazgo fue clave en la toma de decisiones, en el manejo de las diferencias y controversias y en poner todo el peso específico de Alemania a favor de los intereses comunitarios.

La figura de Merkel emerge fuertemente en el naipe de los líderes mundiales. Se podría señalar que estamos frente a una Europa más solidaria, más justa y más integrada.

En el actual escenario global con los negativos efectos de la pandemia en la economía mundial, en donde prevalece además la “guerra” comercial o según algunos analistas una segunda “guerra fría” de los dos grandes titanes del mundo, China y EEUU, Europa y la UE pueden y deberían marcar un punto de independencia frente a estas dos potencias. Con esto, se podría posibilitar que países de otros continentes o regiones puedan encontrar en Europa un aliado en un “No alineamiento activo”.

A la reflexión inicial, y analizado desde nuestra región, ¿de que si estamos frente a una nueva Europa que emerge de este último Consejo Europeo? Creemos que sí, pese a todas las insuficiencias, dificultades y desafíos que se puedan encontrar y que las hay. La UE sigue siendo el mejor ejemplo de integración regional que se destaca a nivel internacional.

*Dr. en Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad Libre de Berlín. Fue director sociopolítico de la Fundación Friedrich Ebert en Chile (1994-2014). Director del Área Internacional de la Fundación Chile 21 (2014- ). Colaborador del Barómetro de Política Equidad. Miembro fundador de la Fundación Foro Permanente de Política Exterior de Chile.

Contenido publicado en El Periodista.

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